Csikszentmihalyi describió el fluir como «el hecho de sentirse completamente comprometido con la actividad por sí misma. El ego desaparece. El tiempo vuela. Toda acción, movimiento o pensamiento surgen inevitablemente de la acción, del movimiento y del pensamiento previos, es como si estuviéramos tocando jazz. Todo tu ser está allí, y estás aplicando tus facultades al máximo.» (1)

A qué esto nos ha pasado estudiando, trabajando, entrenando, o simplemente mirando por la ventanilla del tren mientras viajábamos y nos ensimismábamos. En síntesis, el fluir puede describirse como un estado en el que la atención, la motivación y la situación se encuentran, dando como resultado una especie de armonía productiva o retroalimentación.

Es factible compaginar estos lapsos de creatividad y máximo rendimiento con las múltiples interrupciones que tenemos y no controlamos. Llamadas al móvil, WhatsApp (antes sms), emails, … Claramente cada vez más sí. Personalmente en mi caso ya sólo me interrumpen las llamadas al móvil. Responda o no, pero me distraen. Con el tiempo me he vuelto inmune al resto de interrupciones, aunque no siempre ha sido así.

Cuando observo a los adolescentes, (algunos), con su inmensa carga social siempre a cuestas de su Smartphone, respondiendo y distrayéndose con todo tweet, WhatsApp, … pienso, serán capaces de fluir mientras interactúan. Creo que no, por más nativos digitales que sean, y más entrenado que tengan el cerebro a la multitarea. O puede que sea la envidia cochina porque yo no soy capaz de hacerlo, ni sinceramente quiero.

Se han realizado estudios fisiológicos de respuesta del organismo en estos estados de fluidez. Los niveles de cortisol aumentan moderadamente, esta hormona se libera también en estados de estrés, con el objetivo de aportar al organismo energía adicional, en forma de glucosa. A través de la activación de determinados receptores cerebrales, el cortisol eleva la atención y la disposición hacia el aprendizaje y, al mismo tiempo, facilita la supresión de informaciones secundarias. (2)

Es decir, estando fluyendo tendemos a abstraernos de informaciones secundarias. (Básicamente el tropecientos por ciento de todo lo que nos llega por el smartphone, incluyendo información del jefe). Por ello sin negar la increíble potencialidad de los nativos digitales, y su multitarea innata de serie, creo que es necesario obviarla en algún momento no solo para aumentar la calidad en las decisiones sino para disfrutar y gozar de las mismas.

En los momentos más estresantes de mi carrera, en la época de la burbuja de las .com, reconozco que tuve tantas interrupciones que me resultaba imposible fluir y meditar para tomar decisiones estratégicas, la táctica y el instinto imperaba en las decisiones. Eso si, lograba fluir mientras hacía deporte. Corría, y jamás me llevé el móvil, o nadaba, estando en ambos casos desconectado. Aunque subconscientemente maduraba decisiones del trabajo.

Ahora, simplemente intento disfrutar de las tareas que tengo que hacer intentando fluir. Además, algunas son simplemente incompartibles. Todavía no he logrado tocar el saxo y atender a las redes sociales, y ni se me ocurre.

Fdo: elgatofelino