pueblo.jpgNo lo esperaba pero sucedió en Siria, quien me iba a decir que resolvería el enigma de Santa Tecla, antigua heroína que los informáticos hicieron patrona, aunque luego ha sido relegada por un sabio mallorquí también santo -Raimundo Llull- inventor de la maquina de computación universal. Me encontré con Santa Tecla en Malula pueblo recóndito acomodado en el fondo de un acantilado pétreo formado por laderas de los montes de Kalamun en Siria.

Nunca había creído en la santidad de esa tecla tan tocada en todo momento para sacar partido de estos dispositivos con los que algunos nos ganamos la vida. Casi ni pensaba que fuera real, pero apareció allí en medio de aquel antiquisimo valle donde todavía se habla el arameo. Su historia es fascinante e increíble como la de muchos santos. Tenemos que remontarnos al siglo tercero, a las persecuciones del emperador Diocleciano que harto del poder contestatario de los cristianos decidió expropiarles los bienes materiales de los que tanto abominaban y mandar al reino de los cielos a los que ofrecieran resistencia. Santa Tecla era al parecer hija rebelde-cristiana de un padre centurión romano encargado de cumplir el mandato imperial.

the-gap.jpgCuentan que santa Tecla huyó de casa, no se sabe bien si por conflictos generacionales, o asqueada por la misión del padre, o quizás por ambos motivos, el caso es que se escapó y el padre mandó la tropa tras ella, tampoco se sabe si para hacerla volver y encerrarla en casa ocultándola al posible castigo, o para aplicarselo a su manera y hacer pública gala del cumplimiento del rigor imperial. El caso es que la fugitiva tras penar por el desierto, llegó exhausta a la barrera montañosa del Kalamun y allí se encomendó a Dios porque la tropa le pisaba los talones. Entonces se produjo el milagro: la montaña se abrió y dejó paso a la santa por un angosto desfiladero, cerrándose ante la atónita soldadesca que tuvo que volver frustrada a enfrentarse con el centurión. Santa Tecla siguió por el desfiladero hasta encontrar una cueva donde cayó rendida, pero como tenía sed apoyó su índice sobre la roca y automáticamente manó un agua limpia y cristalina con la que sació su sed y de la que podemos disfrutar hoy tanto los creyentes como los escépticos. No dejé de rociar mi garganta con ese milagro natural fresco y reconfortante, a pesar de las recomendaciones de algunos que alertaban sobre los riesgos de usar un vaso metálico común, quizás de la época de la santa.

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Ahora consciente de los estragos de la rutina y del olvido, y muy en contacto no con una sino con multitud de teclas, me enfrento a la prosaica tarea de hacer eternas todas estas sensaciones en mi Yo Digital. No es tarea fácil. Le pongo color? ¿Le asocio música? Bueno, veamos como anoto este par de imágenes – que además no son mías – ¿Quizás con toda la historia? También me gustaría relacionarlo con otras historias que afloran a mi consciente, el paso del mar Rojo por los judíos perseguidos, (también Moisés pinchó con su vara y salió agua, ) ¿Cuantos santos lo han hecho? Pero ya es la quinta vez que interrumpo mis elucubraciones – llamadas, preguntas, deberes caseros, no hay forma de concentrarse – Lo dejo con lo que tiene – para mas INRI en inglés- , y espero que mi agente inteligente se las apañe, aunque luego no para de atosigarme a reproches, que si no entiende lo que quiero que busque, que le de más información, que si está al borde de la desintegración porque no me sirve de nada, en fin que me da tanto la vara y me hace tantas preguntas que estoy pensando en volver al cuadernillo de viaje.