Este fin de semana me decidí a ordenar mis círculos de google+ y según iba pasando por cada grupo, amigos, colegas, familia, familiares,  … iba notando que mi yo digital cambiaba. Es más, en cada uno de ellos me gustaría tener una foto distinta. Y me di cuenta de que me estaba estereotipando según el círculo en el que me encontrarse. Esto es ¿bueno, malo, natural? La verdad es que no me hizo mucha gracia.
Existe la teoría de que muchas veces nuestros éxitos o fracasos se deben no sólo a nuestra capacidad natural sino a las ideas preconcebidas que otros tienen sobre el grupo al que pertenecemos y que estas ideas nos influyen a la hora de comportarnos.
Varios ejemplos:
Sian L. Beilock, de la universidad de Chicago, publicaba en 2007 que si a las estudiantes femeninas se les informaba del estereotipo de que los hombres estaban más dotados para las matemáticas tendían a rendir  peor en este tipo de ejercicios que si no conocían este prejuicio.
Bueno, al menos no todas las características de los estereotipos son para mal. Algunas pueden ayudarnos. Margaret Shih, de la Universidad de Harvard realizó el siguiente experimento con mujeres voluntarias de origen asiático. En una fase se les concienció de su  condición de mujeres, (estereotipo: peores dotadas para las matemáticas) y en otra fase de su condición de asiáticas (Con el estereotipo de que este grupo étnico es superior en las matemáticas). Y en cada caso obtuvieron peor y mejor resultado que la media.
Por ejemplos como estos no me hizo mucha gracia el darme cuenta que me estaba estereotipando digitalmente. Básicamente es un reconocimiento de que mi yo digital, único, individual e individualista se pliega a las ideas preconcebidas del grupo en el que me ubico. No me importa comportarme según las pautas, lenguaje, chistes y forma de ser de cada grupo en cada momento. Por eso empatizo con cada círculo, pero si me molesta, que las ideas preconcebidas del grupo me condiciones más allá del mismo.
De hecho mi primer login digital, vallekas, fue una reivindicación de que a pesar de muchos prejuicios en contra se podía programar mejor que en Palo Alto, y puede que el manejador de interrupciones que codifiqué también se deba a esta cabezonería. (Por cierto acabaron copiándomelo estos californianos)
También me preocupa la ingente información social que poseen de  nosotros las distintas redes sociales, y el uso que le podrían dar. Por ejemplo en Google o Facebook, no solo van a saber nuestros gustos, que páginas visitamos, que amigos tenemos, sino a que grupo pertenecemos en cada momento. Esto es fundamental para enviarnos el mensaje preciso dependiendo de la situación. Veamos otro estudio:
Penelope Oakes, de la Universidad Nacional Australiana, sugiere que los estereotipos sociales son flexibles. Así comprobó que un grupo de estudiantes de psicología cambiaba su percepción dependiendo de si se comparaban con estudiantes de ciencias experimentales o de teatro. Dependiendo de con quien se les confrontasen recibían estímulos positivos o negativos al tener que realizar una tarea bien científica bien humanística.
En fin, las redes sociales están aquí y se van a quedar para siempre, y por ahora solo nos queda ser optimistas y pensar que se utilizarán con mesura, respetando nuestra intimidad y nuestros derechos digitales, en muchos casos aun no escritos. O por lo menos concienciarnos de toda la información social que estamos ofreciendo y de los múltiples usos no deseados que se podrían hacer con ella.