El primer proceso para resolver un problema es el análisis, y por eso analizo de vez en cuando las diferencias entre la vida digital virtual, y la real. Existen algunas de bulto y otras de sutiles. Por ejemplo la desaparición de gran parte de la comunicación no verbal en el mundo digital. Expresiones faciales, entonación acorde a gestos, estrechamiento de manos, distancia física entre los dos interlocutores, …. Otra diferencia de la que somos conscientes es el no olvido, lo que está en la red prevalece y lo hace para siempre.  Lo que publiques en la red te perdurará aunque lo borres, pues seguro que alguien lo referenció. (Por ejemplo: Cualquier foto en Facebook estará presente mientras tenga una referencia, aunque tu borres tu cuenta), y quizá no seamos tan consciente de la sutil diferencia de que cuando se vuelva a ver dentro de 10 años se habrá perdido el contexto.
Y puestos a analizar las diferencias también me ha llamado la atención las similitudes entre lo real y virtual, como ésta, de la que no era consciente.

El otro día hablando con el móvil con un amigo decidimos vernos cerca de donde estábamos. En el bar que hacía esquina en una plaza cercana. Sin embargo cuando llegué en lugar de bar había una tienda de animales. En ese momento pensé que en la base de datos de mi cerebro debía cambiar el objeto bar, con sus atributos de raciones, cañas, olor a fritanga,… por el de tienda de animales,  con sus guacamayos, peces, … así de fácil y simple, programación orientada a objetos, suponiendo que la información estaba en el local, pero no. Cuando llegó mi amigo le paso lo mismo, echo de menos el bar y recordamos las conversaciones y vivencias que tuvimos, y nos dimos cuenta que para ambos allí seguía estando el bar y seguíamos concibiendo  a la plaza como era, mientras buscábamos otro bar para charlar. (Costumbre muy española la de no poder hablar en mitad de la calle sin más)

Y es que realmente hay mucha información entre los enlaces de los recuerdos. Y esa información es compartida entre varios con independencia de que el bar en cuestión exista.  Por ello probablemente la simple programación orientada a objeto no sea suficiente para explicar nuestro comportamiento digital en la red. Google debe su éxito a que fundamentó su algoritmo de búsqueda en los enlaces y relaciones entre las páginas web tanto como en el contenido de las mismas páginas.
Curiosamente esta forma de proceder en el mundo digital se refuerza y tiene mayor importancia la relación. Así pues, un contenido digital, un blog por ejemplo, si llega a alcanzar cierta relevancia lograra un gran número de enlaces hacía a él, y aunque deje de publicarse, y pase de moda, seguirá apareciendo durante un tiempo  por delante de los méritos presentes, gracias a que los enlaces de otros blogs le siguen referenciando.
¿Y en nuestro mundo real, en nuestro cerebro? Pues parece ser que también. Por ejemplo nos cuesta adquirir ciertas habilidades complejas, nadar, o montar en bici, pero una vez adquiridas aunque no las ejercitemos durante años nos son mucho más fáciles de recuperar en una segunda ocasión. Esto es debido al parecer a que las sinapsis neuronales retroceden después de una larga pausa pero no desaparecen.

Con independencia de que la información o el recuerdo sean un conjunto de relaciones parece ser que estamos hechos así, en red, y preponderan más de lo que parece las relaciones entre nodos, neuronas, que los nodos y neuronas en sí. Por ellos quizá esta analogía del mundo virtual y real sea más importante de lo que a priori pensaba y quizá deba tenerla más en cuenta. Porque si estamos hechos así, la realidad la percibiremos de esta manera, con independencia de cómo sea en realidad.

(Quién no conoce a muchos personajes vacíos que son importantes no por lo que piensan y hacen, si no por las relaciones que tienen, y no estaba pensando ahora en algún ex-jefe)