yo digitalCada uno cuenta la historia según le va. Yo por ejemplo soy digital o estoy en la red por mi profesión y mis inquietudes. Desde que estaba acabando la carrera,  ya en el DIT  me era imposible abstraerme de la atracción de la red. Mi mujer, mucho más digital que yo, lo es gracias a mi labor de proselitismo y mi cabezonería inicial, ahora me saca un montón de cuerpos de ventaja en el mundo digital. Y mis enanos, no cuentan, ellos son nativos digitales y viven en otro planeta distinto al que yo nací.
Pero también soy digital gracias al sueldo mental. Hace mucho tiempo, cuando trabajaba en TID, no sé cuántas crisis atrás, el director general de entonces a la vista de que no subirían los salarios acordes con nuestras expectativas decidió poner en valor el sueldo mental. Esto es, hacer ver las facilidades innatas que teníamos por trabajar allí, acceso a la red, correo anywhere,  posibilidad de disponer  del edificio cualquier  día y hora, … y la gran satisfacción de trabajar con el mejor equipo de profesionales del momento. Posteriormente todos con móviles, y accesibles en cualquier momento y lugar, pero esa es otra historia.

paisaje digitalLa verdad es que de primeras pensé, ¡¡¡ Qué morro!!!  Inexorablemente después de la crisis vino la burbuja, todos corriendo como pollos sin cabeza y olvidamos la historia del sueldo mental. Pero quedó la tremenda libertad de configurar nuestros puestos de trabajo como quisiéramos, instalandonos un SIMO, difícil de gestionar a nivel de los Sistemas de Información oficiales e inmensamente flexible para cada necesidad individual.
1984 the big brother is watching youAhora la gran mayoría estamos en empresas diferentes y el otro día me comentaba un amigo como echaba de menos su sueldo mental. Por contrato había firmado que sólo usaría el portátil de su empresa para labores estrictamente relacionadas con su desempeño. El PC además estaba militarizado, le era muy difícil instalarse incluso herramientas de Software Libre, y se reconfiguraba automáticamente actualizándose fuera de su control.  Para colmo sólo tardo dos días en pinchar un anexo del correo de un colega y que el navegador de su empresa le redirigiese a una página de la organización advirtiéndole que había intentado entrar en una web de contenidos pornográficos.
Ahora mi amigo está comprándose un portátil nuevo y libre, e intentando disociar su vida profesional del resto. Adentrándose a lo que él llama un viaje retrospectivo al siglo XX, me dice que le va a costar enamorarse de su nueva empresa si no la lleva en su yo digital libre pero claro, una cosa es el amor y otra el sexo, y por lo pronto ha salvado su salario real.

amor sexo