¿La primera impresión es ya digital? ¿y lo es para bien o para mal? Depende, veamos. A veces me paso casi todo el día delante de una pantalla interactuando con otros individuos a los que no conozco, y con los que debo negociar por mi trabajo. Y cada vez más intento saber qué cara tienen antes de proceder a una reunión presencial con ellos. Tantos años de evolución no se borran en solo unos veinte y pocos de internet. A pesar de leer sus trayectorias en Linkedin me fio más de lo que me dice su foto.

Tenemos la capacidad de juzgar en microsegundos leyendo la expresión facial de nuestros congéneres. Claro que este juicio no tiene por qué ser acertado pero funcionamos así, y de esta manera decidimos quién nos cae bien y quién mal, de quién nos podemos fiar y de quién no, o yendo más lejos de quién nos enamoramos. Pero claro en un mundo cada vez más digital esto no es así. Es por ello que cada vez más intento ver la cara de mi futuro interlocutor, o en Facebook, o en LinkedIn, o buscando sus imágenes en Google. Luego está la eterna discusión de si debemos mezclar el raciocinio con las pasiones. Yo al menos últimamente intento hacer un mix entre ambas, pero reconozco que intento conocer algo más de mi próximo interlocutor y dejarme llevar también por el instinto, tantos años de evolución no pueden equivocarse.

Sé qué la primera impresión marca, y que no debo fiarme de ella, y menos por lo que me encuentre en la red, pero quién es capaz de abstraerse de esta tentación. Por ejemplo, supongo que todos hemos leído la  noticia actual del general Petraeus, su amante Broadwell, y la tercera en discordia Kelley. A qué todos hemos tenido una opinión más rotunda  y asentada cuando hemos vistos sus rostros en las fotografías. ¿Se podría decir que sus rostros lo delatan, o no?

Luego psicólogos y múltiples experimentos nos dicen que estamos tentados a prejuzgar mejor a aquellos que comparten rasgos en común con nosotros, y sobre todo a la belleza. Quizá como signo de evolución.  Fíjate que cuerpo, que formas, cualquier descendencia con esta pareja tiene más posibilidades de triunfar. Al parecer nos fijamos en la cara primordialmente y existen patrones que llevamos innatos en nuestro adn. Ergo tendré que poner más cuidado en las fotos de mi perfil. (Cosa que recalcan todas las redes sociales dedicadas a contactos, una buena fotografía garantiza más el éxito que buena parrafada)

Bueno, pero claro como decía Peter Steiner ya por 1993 y  mientras no este normalizado nuestros yo o yoes digitales, «en la red nadie sabe que soy un perro»