Antes se subía a las cumbres para estar más cerca de la divinidad, ya fuese el Olimpo, el monte Ararat o el Anapurna. Sin embargo la última semana anduve por ellas para raptar a mis hijos del influjo del Pokemon Go. En los picos de Europa, además de la belleza y espiritualidad que pudieron gozar los antiguos, comprobé su inexpugnabilidad aun, ante la cobertura de datos.

No es baladí el tema, estuve de vacaciones con la familia en la semana del apogeo de los Pokemon y vi como todo adolescente, es decir persona menor de treinta y tantos años, paseaba mirando a su móvil, buscando esos bichichos, como monjes, generalmente por parejas, leyendo su misal y paseando por el claustro del convento, o las calles de Cangas de Onís. Los que no sufrimos, o gozamos, de este vicio los mirábamos asombrados e impotentes. Habíamos perdido a nuestros menores.

Así que para rescatarlos primero hicimos la ruta del Cares. Era gracioso como cada vez tardaban más en mirar el smartphone para verificar que no tenían datos. Y que no habían pokemon, solo cabras hispánicas y que estas tenían la propiedad de visualizarse sin móvil en un paisaje bestial propio del mejor salvapantallas en HD de la mejor y mayor TV 3D curva. Por el camino, como purificandonos pudimos hablar arcaicamente, como en el siglo XX. Claro que esto puede causar adicción así que repetimos con los lagos de Covadonga, sin Pokemon Go!!!!! o incluso bajamos el Sella en Canoa. (Bueno, aquí no pudimos tener conversaciones profundas, pero tampoco era aconsejable usar el móvil).

Claro que la batalla está perdida. Cada vez habrá que subir más alto para huir del mundo virtual. Incluso yo mientras caminaba pensaba que tampoco estaría mal recrear el mundo virtual tal como sería en épocas anteriores, con fauna extinta, dinosaurios, etc …. prohibir el acceso a especies invasoras no propias del ecosistema, pikachus y demás, … pero me rehíce, (lo achaqué a una menor proporción de oxigeno) respiré profundamente y disfrute de la soledad de la montaña. Mientras bajaba vi unas bolsas de plástico en el suelo y decidí que cuando llegasen catalogaría á los pokemon en las cumbres como contaminación virtual.

Cuando volví a la ciudad intenté de nuevo ocupar mi lugar en el mundo digital, no le comenté a nadie mi pecado analógico  de falta de fe en los mundos virtuales que tuve en las cumbres y me limité a publicar unas preciosas fotos de paisaje.

Fdo: elgatofelino

2016-08-05 18.25.46